Aspectos que inciden en la formación de la identidad de personas con discapacidad visual
La identidad no se puede reducir a la utilización de elementos tangibles propios de una población con características en común, pues la identidad es un constructo universal que posee varios subsistemas entre estos la identidad biológica, física, psicológica o social; es decir que abarca factores internos y externos que caracterizan a un individuo.En este orden de ideas se denota que, si bien existen herramientas tiflotecnológicas que han favorecido la construcción de una parte de la identidad de las personas con discapacidad visual, hay otros aspectos que están interfiriendo en la construcción de su identidad. Es fundamental tener en cuenta que la identidad es evolutiva y está en proceso de cambio permanente, presenta crisis y perdidas; lo que afirma la existencia de particularidades, pero también de diferencias y relaciones con los otros.
Aunque
muchos participantes señalan que la mirada
que la población dirige hacia las personas con discapacidad visual
los percibe como personas dependientes, improductivas y que dan lástima,
factores que menoscaban la autoestima y fragmentan su sentido de vida, pues es
obvio que discapacidad y dependencia denotan realidades íntimamente
ligadas tanto que incluso podrían llegar a utilizarse como términos sinónimos.
Dicha percepción a partir de investigaciones como estas, deben empezar a
transformarse y empezar a tener un reconocimiento positivo hacia las
habilidades de quienes se encuentran en condición de discapacidad.
En este
orden de ideas, para romper con las barreras a las que se enfrentan las
personas con discapacidad visual, se requiere de un esfuerzo colectivo, en
el que la sociedad reconozca la
discapacidad como un déficit que ha fortalecido
numerosas habilidades y elimine la concepción de enfermo e incapaz; pues estas
percepciones permean de forma negativa o positiva en el autoestima del sujeto e
influyen de cierta manera en el propósito de vida de ellos, pues los motiva o
los lleva a renunciar a sus sueños.
En ese
sentido, la discapacidad no ha sido creada por las personas con discapacidad,
sino por las instituciones y el sistema sociocultural que sostiene al
mundo, además algunas disciplinas han
influido en la conformación de un enfoque minimizador del otro, en
este caso del sujeto con discapacidad, pues la ciencia, la burocracia y la
religión han jugado un papel importante en la construcción de la
discapacidad como un yo roto, imperfecto e incompleto, como un caso en el que
es preciso intervenir como objeto de lastima y caridad.
Entonces,
si la identidad está relacionada con la historia de vida, influida por el
contexto que predomina en la época y lugar en que vivimos, como se pretende que
las personas en condición de discapacidad visual, puedan construir su propia
identidad, si están permeadas por instituciones que reconocen a esta población
como sujetos inferiores, carentes de habilidades, incapaces de aportar a la
sociedad; por ende son estas las barreras sociales que generan daños
significativos al interior del individuo, menoscabando la seguridad y la
confianza en sí mismo, permitiendo que asuma la posición de un ser humano que
vino al mundo dotado de sueños pero al que la sociedad le refuerza la
imposibilidad de cumplirlos.
Cuando
se tiene una discapacidad es necesario identificarse con ella
positivamente, para creer en las oportunidades que se tiene y así poder actuar,
ayudando a generar un ‘constructo social de la discapacidad’ positivo y
diferente, capaz de valorar la diversidad y respetar al sujeto. Esto es quizá
lo que le falta a esta población, pues aún tienen miedo e inseguridad sobre si
mismos y sobre todo lo que pueden aportar a la sociedad, todavía se centran en
aquello que les hace falta y no en las numerosas habilidades que poseen.
De
este modo, la autoestima se considera como el punto de partida para
el desarrollo positivo de las relaciones humanas, la responsabilidad personal,
la creatividad y el aprendizaje. Por lo que, sobre todo para las personas en
condición de discapacidad, desempeña un papel importante en sus vidas, pues
tener una autoestima positiva es vital para la vida personal, social y
profesional; hechos que por su limitación
se ven truncados habitualmente.
En
consecuencia, también se ve afectado el autoconcepto, considerado uno de los
componentes de la autoestima, el cual abarca la representación que cada
individuo tiene de sí mismo, así como las creencias que cada sujeto tiene de
sus propias características psicológicas, físicas, afectivas, sociales e
intelectuales. Aspecto que está fragmentado quizá
porque la persona en condición de discapacidad visual asume una
actitud negativa frente a su situación, que además se ve reforzada por la
valoración externa que impone la sociedad.
Las
personas con discapacidad visual son particularmente vulnerables en cuanto a la
atención en salud, la rehabilitación, la asistencia y apoyo, por ende, los
resultados que obtienen en los contextos académicos, laborales, sanitarios son
bajos; además, la participación de esta comunidad en el sector económico es
mínima, de modo que los índices de pobreza en estas personas son altos y
su calidad de vida es reducida en
comparación con quienes no tienen ninguna
discapacidad.
Esta
situación es el reflejo de las brechas de desigualdad a las que se ven
sometidas estas personas, quienes, además de vivir todo aquello que implica no
poder ver, también tienen que enfrentar la indolencia de la población sin
discapacidad y de las instituciones, que no les brindan las garantías que
permitan que se autorrealicen como personas
integras. En estas circunstancias se evidencia un estado de ánimo
bajo en los participantes y numerosos sentimientos de injusticia que les hacen
más difícil el trasegar por la vida.
Sin
embargo, la capacidad de resiliencia, la perseverancia y la autoconfianza
son características que identifican a las
personas con discapacidad visual, pues un gran porcentaje de estos
individuos han trascendido los límites de lo posible, han surgido más allá de
quienes son videntes y han demostrado que el potencial del ser humano siempre
será más grande que las dificultades. A partir de sus propias virtudes han
podido construir una identidad que va más allá de utilizar elementos para la
movilidad o de hacer uso de un sistema de escritura.
Por tanto,
construir la identidad es un trabajo con doble sentido: por un lado, el
sentimiento de unidad y, por otro, la singularidad con respecto a los demás, y
esto no solo aplica para las personas con discapacidad visual; es inherente al
ser humano, pues por muy capaz y funcional que parezca dentro de cada individuo
siempre existirán dificultades, deficiencias y barreras sociales y personales
que interfieren en el proceso de autorrealización.
Por su
parte, las herramientas tiflotecnológicas están jugando un papel relevante en
la vida de las personas con discapacidad visual, puesto que favorecen
la autonomía y la inclusión a
entornos escolares, laborales, recreativos y sociales; además,
permiten que estos individuos puedan tener un desempeño académico y laboral
óptimo. También facilitan el acceso a la información global para que mediante
lectores de pantalla puedan conocer el mundo y hacerse una representación
mental de este.
De
igual manera, estas herramientas son vitales
en el proceso de construcción de identidad de la población
estudiada, ya que la mayoría de ellos han incluido estos dispositivos en la
vida diaria, debido a que reconocen que tienen numerosos beneficios y han
llegado para romper con algunas barreras sociales a las que hace unos años
debían enfrentarse.
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